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Se encuentra en los alrededores de la localidad y es uno de los ejemplares más significativos y mejor conservados de la arqueología preindustrial de la península.

 

Su construcción se sitúa entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, aunque su auge fue en el siglo XVIII debido a la gran demanda de hielo como elemento refrigerador y conservador de alimentos. Con la aparición de los frigoríficos y la producción de hielo en forma industrial, estos almacenes de hielo y nieve caen en desuso, así como las técnicas de recolección, almacenaje, extracción y transporte.

Se conserva de manera completa su estructura y fue construido con piedra menuda trabada con argamasa. Tiene un cúpula perfectamente semiesférica de casi 10 metros de altura sobre una base poligonal de 12 lados de 5 metros cada uno, lo que nos da un perímetro de 60 metros. Por debajo del nivel del suelo se excavó la cubeta del pozo, de planta circular con un diámetro interior de unos 18 metros y una profundidad de entre 10 y 20 metros y un volumen estimado de 1.700 metros cúbicos o 136.000 arrobas de nieve.

Alrededor de esta construcción se situaban diversas estructuras o balsas que se llenaban de agua llevada por una acequia que rodeaba la construcción.

 Aprovechando las bajas temperaturas invernales, el agua helada era troceada y depositada en el interior del pozo, donde se conservaba hasta su traslado en burros y carros cubierta de paja a localidades cercanas e incluso a las regiones valenciana y murciana.

Fue declarado en el año 2010 Bien de Interés Histórico.